LA TIERRA ESTÁ MALITA – Cuento solidario
Cristina, Ángel y Paloma merendaban un bocata en el jardín de su casa. Cristina, la mayor, decía a sus hermanos: Esta mañana ha dicho la seño en clase que el planeta Tierra está enfermo.
-Sí, la Tierra está muy enferma, confirmó Ángel. Hay que cuidarla mucho.
Paloma, la más pequeña, dijo: –pues se lo decimos a mamá y ella la curará.
-¿Cómo?, preguntaron Cristina y Ángel; eso es imposible.- Pues hará como cuando enfermamos y nos lleva al médico, insistió la pequeña; nos mandan unas pastillas y ¡zas! en un pis-pas, buenos de nuevo. Pues eso mismo se hace con la tierra y enseguida se pone buena.
-Sí pero eso no es tan fácil, Paloma, dijo Ángel: a la tierra ya la han visto muchos médicos y todos dicen que cada vez está más enferma.
-¿Y por qué no la curamos?, preguntó extrañada Paloma. –Pues, porque es un trabajo muy difícil, respondió Ángel. Además no lo podemos hacer nosotros solos; tenemos que hacerlo entre todas las personas que vivimos en la tierra. –Y también los Gobiernos, añadió Cristina, y es muy difícil poner a todos de acuerdo.
-¿Y si se pone grave y se muere, ¿qué haremos?, dijo Paloma
–No lo sabemos, respondieron los otros dos a la vez; pero seguro que será tristísimo y horrible.
-Pues yo quiero ayudarle a que se ponga buena, dijo Paloma: vamos a preguntárselo a mamá.
Los niños entraron a la casa a buscarla. Estaba ordenando ropa de Paloma para darla para la hija de una amiga.
Mamá, dijo Cristina: Qué podemos hacer para que la tierra deje de estar enferma y se ponga buena?
La madre, extrañada de la pregunta, dijo: ¿Qué os pasa hoy con la Tierra?
Es que en el cole ha dicho la seño que está enferma y nosotros queremos saber qué le pasa, respondió la mayorcita.
-Sentaos conmigo y os explicaré algunas cosas: La Tierra es el mejor tesoro que tenemos las personas: es generosa y nos ofrece frutos, agua, alimentos, minerales, bosques, océanos y hasta el aire que respiramos. Nosotros, en cambio, le devolvemos polución, basuras, quemamos los bosques, ensuciamos los ríos y se mueren sus peces… y la tierra se queja poniéndose malita. Poco a poco el aire es menos puro y el agua también. Desaparecen bosques y cada vez hay más sequías, llueve menos y hace más calor.
Uy, mami, dijo Paloma: ¿y por qué le hacemos eso a la Tierra si dices que es nuestro tesoro? ¡Los tesoros se guardan y se cuidan!
-Sí, pero los hombres y las mujeres nos hemos olvidado de ello.
¿Pues qué podemos hacer para que la Tierra no esté enferma? -preguntaron los tres a la vez.
-Nosotros en casa hacemos lo que podemos: vamos en bici o andando al cole o al trabajo; nuestras bombillas son las más eficientes para gastar menos energía.
-Y nunca las dejamos encendidas al salir de una habitación, apuntó Ángel.
-Sí, hijo, y reciclamos las basuras.
–Claro; yo ya sé para qué son el cubo verde, el azul y el amarillo y pongo cada cosa en el que corresponde, dijo Paloma.
Cristina añadió: y hemos aprendido a hacer compost para las plantas del jardín y del huerto.
La mamá dijo: como sabéis, lo regamos por goteo y así gastamos menos agua. Y papá instaló el año pasado unas placas de energía solar. –Sí, dijo Paloma, para tener agua caliente y electricidad.
Cristina preguntó: mamá, ¿podemos decir que nuestra familia ayuda a que el planeta no se ponga más malito?
-Claro que sí, pero siempre se puede hacer más, mucho más.
-Pues tenemos que explicar a los amigos y vecinos lo que hacemos y lo que se puede hacer. Hay que convencer a los gobiernos a que trabajen para que el planeta se ponga bueno: queremos vivir en un planeta sano.
Dice mi seño, apuntó Ángel, que poco a poco la Tierra estará más triste y fea, que muchos animales desaparecerán de los bosques porque los árboles irán muriéndose; en muchos lugares de la Tierra no tendrán agua y no se podrá plantar y faltará comida y en algunas costas, el mar subirá hasta cubrir las casas.
Y si la casa de la abuela en la playa la cubre el agua, ¿qué haremos en las vacaciones? ¡Madre mía, qué disgusto tan grande! –dijo Paloma. ¿Y los pajaricos del jardín y del huerto ya no tendrán dónde ir? ¡Se quedarán sin casa! Eso no puede ser, mami: ¡hay que hacer algo ya!
-¿Y eso lo saben todos los mayores?, preguntó Ángel. -Sí, respondió muy seria la mamá: Lo saben desde hace mucho tiempo. -¿Y por qué no lo arreglan?, gritó Cristina. –Pues porque creen que eso sucederá dentro de mucho tiempo, dijo la mamá.
-¿Cómo pueden ser los mayores así de bobos, mami?, dijo Ángel. –Es que los mayores, por desgracia, hacemos a veces cosas muy estúpidas e irracionales. -Pues, sabéis una cosa?, dijo Cristina: aunque yo soy pequeña, sé que voy a trabajar para que la Tierra se ponga buena.
-Y nosotros también, corearon los hermanos. -¡Vamos a formar la Patrulla de la Naturaleza de los peques.
Sí, sí –dijeron Paloma y Ángel: ¡muy buena idea, muy buena idea! -Y lo vamos a decir por el cole, por Internet, a los amigos del barrio y en la radio, para que ayuden todos, niños y mayores, anunció Cristina.
¡Hay que curar a la Tierra ya! -dijo Paloma. –¡Eso está hecho! -asintió la mamá. Cuando llegue papá, veremos cómo lo organizamos. Napoleón, el perro, que dormía a los pies de los niños, despertó y empezó a ladrar: ¡guau guau guau!
Sí, sí, le dijeron ellos: tú también eres de la Patrulla. Sabemos que tú también quieres ayudar. Y comenzaron a reír y a cantar. Sabían que trabajando todos juntos, la Tierra podrá dejar de estar enferma. Y dijo la mamá: Ya sabéis, la tierra es la casa de todas las plantas, animales y personas, y sin esa casa ¿dónde iríamos?.
FIN
© Mª Teresa Carretero